Si algo hace aún más misteriosa Sevilla, son sus leyendas. Existen numerosas historias que rodean a la ciudad andaluza, y en este post vamos a contar las 5 leyendas más inquietantes que jamás verás. Así que no pierdas ojo de la lectura porque al terminar nadie se quedará indiferente.
1. Cómo la Virgen de la Macarena fue cambiada por un reloj
Todo lo relacionado con la Semana Santa, especialmente con la conocida Virgen de la Macarena, es muy famoso en Sevilla y da lugar a numerosas leyendas y habladurías. En esta ocasión vamos a contar una historia que se remonta al siglo XVI cuando la recién fundada Hermandad de la penitencia de la Esperanza, instituida por Fray Hermando de la Cruz, necesitaba una imagen para su templo de San Basilio.
A pocos metros de la basílica se encontraba el Hospital de las Cinco Llagas. Allí se encontraba hospitalizado un viajero italiano que tenía intención de partir hacia las Indias, pero padecía una enfermedad que acabó con su vida. El hospital custodiaba la maleta de este, y no fue hasta un año después de su muerte que decidieron abrirla para ver qué contenía. Para su sorpresa, en el interior había la imagen de una virgen. La hermandad al enterarse de la noticia, le ofreció un intercambio al hospital, la imagen de la virgen por un nuevo reloj, que buena falta le hacía. Así es cómo la Virgen de la Macarena pasó a pertenecer a la hermandad.
2. Visita del Gran Poder a un hombre en su taller
En relación con la anterior leyenda, esta también habla de la religión, pero esta vez el protagonista es el exfutbolista del Sevilla FC, Juan Araújo. Fue en 1956 cuando Araújo perdió a su hijo tras una larga lucha contra una enfermedad, y como buen devoto del Cristo del Gran Poder le había rogado en repetidas ocasiones que se curase. Al ver que no se habían cumplido sus plegarias, perdió su fe y juró no volver a pisar su iglesia, a menos que el Señor de Sevilla viniese a su casa.
Precisamente en ese año se popularizaron en Sevilla las Misiones Populares, que son recorridos que se hacían en Semana Santa de distintas hermandades por diferentes barrios de Sevilla. Casualidad que justo le tocó a Cristo del Gran Poder ese año hacerlo por Nervión, lugar donde Araújo había abierto un taller. Mientras realizaban la procesión les sorprendió una fuerte lluvia y tuvieron que refugiarse rápidamente. Intentaron ir a una iglesia cercana, pero estaba cerrada, así que al ver la nave del exfutbolista llamaron para pedir cobijo. Cuando este vio en la puerta al Cristo del Gran Poder se echó al suelo entre lágrimas porque no podía creer lo que estaba pasando.
3. La bella Susona
Esta cautivadora historia es una mezcla de amor, traición y muerte. Susana Ben Susón era una hermosa joven, hija de un judío converso que encabezó la sublevación para acabar con la persecución de los judíos y tomar el control de la ciudad de Sevilla. Cuando el asistente de la ciudad se enteró de los hechos, mandó ahorcar a todos los implicados, incluido el padre de Susana. Ésta, completamente desolada por la muerte de su padre, tomó la decisión de retirarse a un convento donde vivió hasta el final de su vida. Antes de morir, pidió que cuando falleciese, separase su cabeza de su cuerpo, y esta fuese expuesta en la puerta de su casa en la calle que hoy es conocido como Calle Muerte, en el barrio de Santa Cruz, que aunque no conserva la cabeza, sí que se puede ver un azulejo donde hay una calavera en honor de la bella Susona.
4. Doña María Coronel y la sartén de aceite hirviendo
Sin duda se trata de una de las leyendas más famosa y que más llama la atención a forasteros y locales. Su protagonista es Doña María Coronel, hija de Alfonso Fernández Coronel, copero del rey Don Pedro I. Esta contrajo matrimonio a una temprana edad con Juan de la Cerda, descendiente de la familia Real de León y uno de los principales participantes en el levantamiento de los Trastámara contra el rey Pedro I. Esto llevó a Juan de la Cerda a ser cogido como prisionero en una batalla y posteriormente decapitado.
Con el paso del tiempo Doña María Coronel se fue recuperando y se dedicó a administrar los bienes que le pertenecían, porque todos los correspondientes a su difunto esposo habían sido confiscados por el rey, además de su casa que había sido derribada.
El rey Don Pedro I nunca había coincidido con Doña María Coronel, hasta que un día se encontraron por casualidad y este quedó prendido de su belleza y sus encantos, y empezó a perseguirla con el fin de enamorarla. La dama sevillana intentaba huir de él pero el rey siempre conseguía encontrarla. Sin saber ya que hacer se le ocurrió echarse aceite hirviendo por la cara para así quedar desconfigurada y que este no se sintiese más atraído por ella.
Don Pedro se sintió tan culpable de lo ocurrido que le cedió a María Coronel el solar que pertenecía a su marido, donde ella poco después construyó el convento de Santa Inés, que a día de hoy sigue siendo uno de los monumentos más característicos de Sevilla.
No te pierdas nada de Sevilla con una de nuestras Visitas Guiadas en Sevilla: