Un sentimiento habitual al viajar es querer preservar las experiencias que hemos vivido. Este anhelo por rememorar lo visto se puede comprobar en la galería de nuestra cámara de fotos que acaba repleta con instantáneas de todo lo que nos ha llamado la atención. Otra de las actividades por excelencia para facilitar el recuerdo es la compra de souvenirs. El coleccionismo es un tipo de ocio que se lleva practicando desde la antigüedad. En esta forma además implica demostrar a nuestros seres queridos que nos hemos acordado de ellos cuando estábamos fuera.
Estos regalos turísticos se pueden adquirir en casi cualquier monumento o centro histórico, en el caso de Sevilla son bastante prolíficas en las plazas y calles que circundan la catedral y el mercado de la Encarnación. De hecho en el trayecto entre estos dos sitios se encuentra la zona comercial de Sevilla. Aún así las calles Sierpes y Tetuán, las más famosas para comprar, están más centradas en comercios de grandes marcas como Zara o el Corte Inglés.
Como siempre la mejor idea es callejear por la ciudad y así encontrar alguna de las tiendas históricas que aún perviven. Además Sevilla ofrece una gran variedad de mercadillos de calle como el del Paseo de Nuestra Señora de la O, abierto los sábados y domingos por la mañana; el de la Plaza del Museo o el del Zoco del Parque de María Luisa, dedicado a la bisutería. Sin duda en una gran ciudad, como Sevilla, son muchos los objetos que se pueden adquirir pero aquí os traemos una recopilación de los más típicos y auténticos.
Flamenco
Sin duda el flamenco es una de las grandes señas de identidad de Andalucía, de tal modo que incluso se escapa de las fronteras de la comunidad. En general en todo el territorio español se pueden comprar souvenirs con estampados de lunares, flamencas o toros pero es en esta región donde se encuentra la esencia de este género musical. Junto con Extremadura y Murcia, Andalucía es la cuna del flamenco y la ciudad hispalense además tiene su propio palo, variedad tradicional del cante, las sevillanas. Esta forma de cantar remonta su origen al medievo pero ha ido evolucionando hasta incorporarse como una de las variedades más importantes del flamenco. Además Sevilla es conocida por su Feria de Abril, que si bien no debe confundirse con la música en sí, es evidente que las dos están muy estrechamente relacionadas.
En relación con esta música se pueden adquirir una multitud de objetos pero hay que tener en cuenta que el precio puede elevarse mucho dependiendo de la calidad. De modo lo recomendable sería que, por ejemplo, una guitarra solo se comprase si se tienen nociones del instrumento. Son más fáciles de tener unas castañuelas o si lo que se quiere es revivir la magia del flamenco siempre se puede escoger llevarse un CD o una grabación. Lo mismo se puede aplicar a las vestimentas. Un vestido de flamenca es un traje de alta costura pero un mantón de Manila, testimonio del antiguo comercio intercontinental de España y China, sale más rentable. También son una opción asequible los aros de pendiente o los abanicos, que además son útiles cuando llega la calor, la alta subida de las temperaturas.
Artesanía
Si uno quiere asegurarse que sin duda se lleva un producto original y auténtico del lugar la mejor opción es recurrir a la artesanía. En Sevilla hay artesanos de todo y para todo (cuero repujado, telas y bordados, alfombras y tapices, etc) pero lo suyo es hablar aquí de la cerámica. La capital andaluza bañada por las aguas del Guadalquivir ha sido históricamente un centro de producción alfarera. Las cerámicas sevillanas se han exportado internacionalmente, de hecho una parte de los azulejos que engalanan las fachadas portuguesas salieron de aquí. La cocción de recipientes de arcilla tiene una tradición tan larga que se remonta a los origines de la urbe en época íbera y se mantiene hasta la actualidad.
Algunos de los complejos fabriles del siglo XIX hoy en día se han convertido en monumentos, como el Museo de la Cerámica de Triana o el monasterio de la Cartuja/fábrica de cerámica Pickman, que es patrimonio de la humanidad. Quizás el motivo más razonable para invertir en este tipo de souvenir es su versatilidad ya que puede incluir un adorno de azulejo o una práctica jabonera. Tanto alrededor del mercado de Triana como del Centro de Interpretación aún quedan talleres alfareros donde podemos comprar estos objetos. Además es recomendable pasarse por la Lonja de Artesanía El Postigo, abierta de Lunes a domingo, de 10:00 a 20:00 h.
Comida
A veces lo mejor, sobre todo si es para regalar, es comprar algo efímero, que no ocupe mucho espacio. En esos casos lo mejor es la comida, la nevera puede estar repleta de imanes pero seguro que tiene hueco para un queso de la Alpujarras. También de la misma sierra se puede adquirir jamón serrano y si nos vamos a lo más famoso un bote de aceitunas. Para beber, en Feria sin duda, un vino manzanilla, que rebajado con refresco da lugar a al famoso rebujito sevillano, o si no un mosto del Alfaraje. También en alguno de los conventos abiertos al público es posible comprar repostería hecha por las monjas.
Postales y pósters
Quizás no parezca un souvenir muy original pero a veces estamos ante reproducciones de verdaderas obras de arte. Entre la fotografía actual en las postales se pueden encontrar retratos de cómo fue la ciudad o copias de carteles decimonónicos. A través de la publicidad de la Feria de Abril se puede conocer y estudiar el movimiento pictórico del romanticismo andaluz, con autores como José Lafita Blanco. Si en París un recuerdo típico es una réplica de Le Chat Noir en Sevilla te puedes llevar un cartel de la Feria.
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