La belleza de la ciudad de Córdoba no solo reside en sus espectaculares monumentos (Mezquita-Catedral, Alcázar de los Reyes Cristianos, Medina Azahara, Sinagoga…) sino que además de ellos, cuenta con una diversidad de rincones desconocidos llenos de encanto y rutas poco concurridas que hacen aún más completo el patrimonio histórico-artístico de la localidad. Entre ellas, encontramos la Ruta de los Molinos del Guadalquivir, un encantador recorrido donde gozarás de las mejores vistas del paso de este río por Córdoba, disfrutarás de un agradable paseo por la Rivera y descubrirás la capital de una manera diferente. ¿Quieres saber más sobre esta ruta? Pues sigue leyendo y podrás descubrir toda la información sobre ella.
Molino de la Albolafia
En primer lugar, se hará una parada en el molino más famoso, localizado en el Entorno Natural Protegido que le da nombre “Sotos de la Albolafia. Se encuentra muy próximo al Puente Romano (por lo que es fácilmente localizable desde este elemento) y en la margen derecha del Guadalquivir. Fue mandado construir por Abd al-Rahman II para elevar el agua del río hasta el palacio de los emires a través de un acueducto estratégicamente elaborado
El molino cuenta en su estructura con una noria restaurada que fue mandada a desmontar (en el año 1492) durante la época del reinado del Isabel la Católica debido al ruido incesante que esta producía durante su movimiento, pues se localiza próxima al Alcázar de los Reyes Cristianos, una de las residencias de la monarca.
En el siglo XVI, las monjas de Jesús y María, que eran sus propietarias, se ocuparon de su restauración, siendo las obras dirigidas por Juan de Ochoa. Desde este siglo, la noria fue reflejada, junto con la Mezquita-Catedral y el Puente Romano, en el sello del Consejo de la ciudad. A finales del siglo XX y tras varias renovaciones en siglos anteriores, se llevó a cabo de nuevo una remodelación de la zona y su posterior limpieza.
Molinos de Enmedio y Pápalo
Si seguimos con la ruta, nos encontramos con estos dos molinos situados en el medio del cauce del río, actualmente se encuentran algo ocultos por la vegetación creciente pero aún es fácil apreciarlos a simple vista. Su localización no fue improvisada, ya que se eligió ese lugar concreto para construcción para facilitar la recogida de agua.
Visto desde el Puente Romano, el molino de Pápalo es el situado a la derecha. Es el que se encuentra más oculto por la vegetación y por tanto se ha ido convirtiendo en un lugar de paso y nidificación de aves (en el presente, el Monumento Natural de los “Sotos de la Albolafia” cuenta con más de 120 especies de este animal). Al otro lado encontramos el molino de Enmedio, situado a la izquierda, y que al igual que el anterior, el crecimiento de los elementos vegetales ha ido cubriendo con el tiempo su estructura.
Molino de San Antonio
Junto al margen izquierdo del Puente Romano, se localiza el molino de San Antonio. Aunque su función originaria era la de recoger agua, en los últimos tiempos que tuvo actividad se destinó a la molienda de harina para alimentar a las tropas del ejército a mediados del siglo XX. Su estructura cuenta con varias plantas (aunque algunos estudios indican que en sus principios tan solo contaba con una), utilizándose la inferior para la construcción de barcas de madera para cruzar el Río Guadalquivir. Tras varias décadas de abandono, a principios del siglo XXI (2007) se aprobó un plan para llevar a cabo una restauración en él, que concluiría tan solo un año después.
Se cree que el origen del molino probablemente date de época medieval y debe su nombre a una imagen de San Antonio que antaño se ubicaba en una hornacina emplazada en la fachada. Actualmente se utiliza como sala de exposición y es posible su visita, pues cuenta con un horario de visita permanente.
Molinos de San Lorenzo y San Rafael
Se encuentran localizados en el margen izquierdo del río, aguas abajo del puente de San Rafael. Contiguo al molino de San Rafael, nos situamos junto a la imagen del molino de San Lorenzo, siendo este el más cercano a la orilla. Su núcleo central es de planta cuadrada cubierto con una bóveda con superficie plana, además también cuenta con una bóveda de ladrillo para permitir el paso del agua. Su estructura tiene un puente de acceso de tres arcos, con dos crujías adosadas paralelas a la dirección de la corriente al oeste.
El molino de San Rafael con una características similares al anterior. Según relatan los documentos, en el siglo XIX esta construcción acogió en su interior una fábrica de papel. Los molinos de papel se encuentran escasamente testimoniados en Córdoba, y aunque se supone que debieron de existir durante el periodo andalusí, se desconoce su uso a partir del siglo XIII, conociéndose solo sobre el funcionamiento del molino de San Rafael.
Molino de la Alegría
Para concluir la ruta, nos encontramos este interesante molino que se sitúa en el margen derecho del Río Guadalquivir y actualmente forma parte del Jardín Botánico de Córdoba, utilizándose como museo de Paleobotánica. El molino de la Alegría data de los siglos XV al XVI, y es el mejor conservado hasta la fecha debido a las diversas reformas que ha ido sufriendo a lo largo de los siglos. Es el molino más grande de todos, con tres plantas (la inferior de piedra y las dos superiores de ladrillo)
El molino tiene origen en la época Andalusí, siendo adquirido por la Diócesis de Córdoba a partir de 1272, tras la conquista de la ciudad por los cristianos. En 1780 se compra el terreno a la Diócesis cordobesa y se construye sobre sus restos el molino de la Alegría. Durante la segunda mitad del siglo XIX se le añadieron dos nuevas plantas, siendo su imagen muy similar a la actual. A partir de 1928 comenzó a funcionar como central eléctrica, primero a manos de la Sociedad de Gas y Electricidad de Córdoba, mientras que en 1940 pasó a la compañía eléctrica Mengemor y finalmente, en 1964, a la Compañía Sevillana de Electricidad. El 11 de julio de 2002 la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba y la Fundación Pública Municipal del Jardín Botánico.
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